miércoles, 24 de agosto de 2011

Adriana Varela Docke


















En una nota de blog de hace algunos meses atrás les conté sobre otra famosa de Dock-Sud: Beatriz Adriana Lichinschi, conocida por su nombre artístico de Adriana Varela. Su álbum de canciones más reciente se llama “Docke”, y fué grabado en vivo en octubre de 2008 en el teatro ND Ateneo. Contiene 15 temas: Sobre el pucho, Niebla del Riachuelo, Desde el alma, Caminito soleado, Bajo un cielo de estrellas, Gricel, Mi vieja viola, De barro, Amurado, Silbando, Una canción para la Magdalena, Milonga de Gauna, En el feca, El morocho y el oriental, y Malevaje. 

En uno de ellos al pasar se nombra a nuestro barrio. Es “Silbando”, un tango creado en 1925, con música de Sebastián Piana y Cátulo Castillo, y letra de José González Castillo...

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martes, 23 de agosto de 2011

Los "delivery" de entonces













Una de nuestras vecinas nos pinta una linda imagen de aquel Dock-Sud:
"Recuerdo que cuando era muy chica, era muy común que pasara el huevero vendiendo por las casas, iba el día establecido con su bicicleta y una valija de madera donde llevaba su mercancía. Además el infaltable vasco lechero que con su carro y tachos pasaba todos los días.
"Mi madre me contaba además que al principio de los años 40 en el pasaje Ruiz de los Llanos había una familia italiana a la que yo llegué a conocer pero no recuerdo el nombre, que tenía una vaca, pasaba por las calles y la ordeñaba directamente en los jarros, a los que antes les...


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http://docksud.ning.com/

lunes, 22 de agosto de 2011

La escuela 35

Era común en aquéllos años, que muchas familias del Doque, enviasen a sus hijos a la escuela primaria de la Boca. Se creía que el nivel de la educación allí, fuese de un nivel superior al que podía lograrse en las escuelas de la Provincia. Eso implicaba que aquéllos debíeran trasladarse diariamente, a pié o con el ómnibus 7, y cruzar el antiguo puente transbordador de hierro sobre el Riachuelo, con igual recorrido al regreso. Sin embargo, el nivel de las maestras que tuvimos en la Escuela 35, apreciados hoy con los paradigmas que fuimos comprendiendo mejor en nuestra vida adulta, por la calidad de su trabajo, constituyó un verdadero lujo para nuestra barriada.

Comenzaban las jornadas con una revisión general del aseo personal: uñas, peinado, guardapolvo, pañuelo, lustre de los zapatos. Luego saludábamos colectivamente a la Sra Directora, en aquél entonces la Sra de Fontán; se procedía a izar la bandera, para lo cual se elegían a dos alumnos, que antes la llevaban plegada, desde la Dirección hasta el mástil que estaba ubicado hacia el fondo; se la izaba, mientras todos recitábamos la “Oración a la Bandera”.

Después de las horas de clase teníamos el recreo, en el cual dábamos rienda suelta a nuestras tensiones. Correr, empujar, conversar, gritar, desatarle el moño de atrás - en muchos casos almidonado - a las chicas, y otras múltiples actividades que se desarrollaban vertiginosamente en esos diez minutos.

Los libros de lectura cambiaban cada año. La lectura era una actividad diaria y fundamental, para aprender a leer y a educar la dicción. Pasábamos al frente y debíamos leer en alta voz. Con ello, además, nos familiarizábamos con los argumentos y podíamos reducir, de paso, las faltas de ortografía. Se le prestaba mucha atención al énfasis y a la claridad con los que se expresaban las oraciones, al cuidado de los signos de puntuación, y la comprensión de los textos.

Las lecciones de gramática nos llevaron a entender qué eran los sustantivos y los verbos, con su singular, su plural y los tiempos. La construcción de las oraciones con el sujeto, el verbo y el predicado, y tantas otras cosas que enriquecían día a día, durante todo el ciclo escolar, nuestros modos de 
escribir y de expresarnos, a la vez que...

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